MADRIGALEJO DEL MONTE

Esta villa se ubica a la vera de la autovía Burgos-Madrid y a veinticuatro kilómetros de la capital burgalesa y catorce de Lerma. Se asienta en un valle rodeado de montes y tierras de cereal y limita con los términos municipales de los otros pueblos que llevan en su nombre la denominación de "monte": Villamayor, Torrecilla, Madrigal y Villaverde.

La historia no puede precisar detalladamente el origen de este lugar, pero se constata que en el siglo  IX la repoblación llegó a este "campo de Muño", en el que está incluido Madrigalejo. En el año 978 el Conde Garci Fernández otorga la jurisdicción de esta villa al infantado de Covarrubias. El pueblo se denominaba en aquel tiempo Matricale de Tosendo. En 1213 esta villa con sus posesiones por obra del Rey Alfonso VIII, paso a pertenecer al señorío del Hospital del Rey de Burgos. Y ese dominio se mantuvo al menos hasta todo el siglo XVI. Ello costó al pueblo el pago de muchos impuestos, hombres para la guerra y prohibiciones de aprovecharse de sus propias pertenencias, como la leña del monte, que el rey y el hospital consideraban de su propiedad.

Fotografías de Juan Caros Gallego  

La Iglesia es de época románica, pudiendo fecharse su construcción a finales del siglo XII y comienzos del XIII, aunque con el paso de los años y el deterioro de los elementos ha tenido que recibir algunas modificaciones e influencias de otros estilos artísticos. Asi en los siglos XV y XVI se modificó la fábrica, se reedificó la cabecera, se elevó la espadaña, se intervino en la cubierta y se levanto la cubierta que resguarda a pórtico.

El exterior de la Iglesia tiene un notable interés en su portada, sita en la fachada del sur. Es de estilo románico tardío, obocinada y con un conjunto de tres arquivoltas, que ya presentan el apuntado propio del románico de transición. Descansan los arcos sobre columnas acodilladas con capiteles bien labrados y con representaciones variadas: hojas de acanto, harpías, bolas y flores de lis. El arco exterior (guardapolvos) corona la arcada con finas puntas de diamante. La nota discordante de esta portada se aprecia en el remate de la misma, pues claramente se echan en fata algunas hiladas de piedras sillares y los habituales canecillos y tejaroz. Es fácil deducir que este vacío está motivado por la realización de la techumbre del pórtico.

El interior del templo ha sido alterado a lo largo de los años, aunque permanezca su planta basilical. Los muros de su única nave presentan buena piedra sillar y la cubierta es un importante y vistoso artesonado de madera. La cabecera se cubre con bóveda de crucería.


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