UNTIERMA


LA FUENTE DE LA UNTIERMA

Sentose Zeus en su trono sobre el Valle de la Musas. Ya Tubal y Sefarad habían hecho sus trabajos de demolición y los primigenios reyes de la vieja Tarsis, los ríos, habían ido transportando los cascotes hacia el mar.

De su trono, cual verdes brazos sobre los que hacer descansar sus poderosas manos, descendían hacia el oeste los montes de Tabladillo y la Sierra de Cubillo.

Y quiso Zeus contemplar desde allí una frondosa tierra virgen y llamó a la lluvia que pidió audiencia, precedida de su alguacil. el Dios del Trueno. Pero la lluvia sólo garantizó a Zeus cumplir con la logística del arrastre de escombros. Así que llamó a sus hijas, las Musas y las distribuyó tareas por todo el valle.

Luego llamó a las Ninfas y las otorgó la soberanía sobre las aguas benefactoras. Desde su trono hizo partir numerosas corrientes de agua en varias direcciones de manera que todas las fuentes del valle hasta llegar a Lerma fueran suministradoras de aguas cuyas propiedades aportaran salud a los mortales, animadas por los espíritus de las ninfas, ondinas, elfos y otras criaturas celestiales.

Durante milenios fuentes y manantiales dieron vida a los valles, convirtiéndoles en ricos enclaves de cereales y ganados.

Avanzando el reinado de Tarsis y gozando los griegos de la amistad con el Rey Argantonio (el hambre que encarna la belleza de las flores y la valía de la plata), se sorprendieron éstos del paisaje casi ajardinado de la Iberia, de las propiedades minero-medicinales de muchas de sus fuentes y manantiales, asi como de las propiedades de las minas de sal (que como las de Egelasta - Iniesta, en Cuenca) eran tenidas por las mejores de todo el Mediterraneo conocido.


Las fuentes eran entonces lugares de reunión y descanso pero también objeto de ofrendas de productos naturales en reconocimiento a ese regalo otorgado por el gran padre de laceria y Dioses.

Es por ello que Solarana tomó su nombre en la Iberia Vieja de ese lugar o "solar de las ninfas del agua" al que luego los romanos llamarían en latín Fuente termal y que hoy conocemos, ya derivado, como la Untierma.

La romanización de la comarca a través de una densa red de calzadas con sus masíos, sus vías secundarias, sus castros o campamentos y posteriormente sus villas, aprovechó profusamente el recurso de las aguas termales. Sobre el lugar construyeron los romanos unas termas con sus edificio de columnas, su caldarium para aumentar la temperatura de las aguas y un frente de piedra para situar la bocana de la fuente.

Como el resto de los balnearios naturales de Iberia, estas construcciones se han mantenido en uso hasta hace solo unas décadas en que, iniciado el expolio de restos arqueológicos por parte de curiosos y coleccionistas, los vecinos optaron por trasladar fustes de columna y capiteles al pueblo y guardarlas en sus corrales.

Hoy la fuente de la Untierma sigue siendo solar de reposo y paso obligado de ganado mientras en soledad, las ninfas siguen jugando con las aguas y las agujas del reloj del tiempo.

Isabel Barrio.
Fotografías de Juan Carlos Gallego